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Normalmente somos conscientes del hecho de que tenemos hambre cuando nos "suenan las tripas", que son solo contracciones del estómago. Para mucha gente, esto es un gran incentivo para comer, pero no es, fisiológicamente, el más significativo indicador del hambre.

Más importante es el nivel de glucosa en sangre. La mayoría de la comida que comes se convierte en glucosa, mucha de la cual es convertida por el hígado en grasa para su posterior uso. Cuando los niveles de glucosa son bajos, el hígado envía señales al hipotálamo (específicamente, al hipotálamo lateral) de que los niveles son bajos. El hipotálamo entonces dispara los hábitos que tengas adquiridos relacionados con la búsqueda de comida y su consumo. ¿Pero qué ocurre si tienes problemas para comer? A continuación, en este artículo de Psicología-online, os hablaremos sobre los trastornos alimentarios de la anorexia, bulimia y obesidad.

Este artículo es meramente informativo.

Índice

1.       Cómo se sacia el hambre

2.       Por qué comemos lo que comemos

3.       La bulimia y la anorexia

4.       La bulimia, la anorexia y la sociedad

5.       La obesidad

6.       Cómo dejar de ser obeso

Cómo se sacia el hambre

La sensación de que es hora de parar de comer se llama saciedad. De nuevo, los principales indicadores pueden ser la distensión del estómago y los intestinos, esa sensación de estar llenos e incluso hinchados que todos conocemos después de una cena navideña.

También hay ciertas hormonas que son liberadas cuando la comida empieza a moverse desde el estómago a los intestinos que señalan al hipotálamo (esta vez al hipotálamo ventromedial) de que es hora de parar de comer. Y, por supuesto, hay una hormona liberada por las propias células grasas llamada leptina, que reduce el apetito por vía del hipotálamo.

Estamos seguros de que todos habéis oído hablar sobre una persona que tiene un mejor metabolismo que otra. Algunos parecen quemar calorías tan rápido como las comen, mientras que otros ganan peso solo mirando la comida. A esto se le llama la hipótesis del valor de referencia. Esta sugiere que cada cual tiene un cierto valor de referencia metabólico, un cierto peso alrededor del que estamos engranados, que está determinado por nuestro metabolismo, o la tasa a la que quemas calorías. Gente diferente tiene valores de referencia diferentes, y se cree que estos valores de referencia pueden cambiar dependiendo de varios factores, incluyendo los patrones de alimentación y el ejercicio.

Por qué comemos lo que comemos

El apetito no es, por supuesto, un proceso enteramente fisiológico. En primer lugar, las preferencias culturales e incluso individuales aprendidas y los hábitos alimenticios pueden marcar la diferencia. Por ejemplo, algunos de nosotros hacemos comidas regulares y raramente consumimos "snacks", mientras que otros solo picotean durante el día. Cada cultura tiene su colección de comidas que son preferidas y aquellas que se evitan. A muchas personas les gusta la carne asada; otros prefieren los calamares crudos; otros incluso prefieren comer vegetales...

Nuestra cultura y educación también nos proveen con varias creencias y actitudes sobre los alimentos y la comida en general, y nuestras memorias personales también pueden influenciar nuestros comportamientos alimentarios. Algunos de nosotros hemos crecido con la idea de que nunca debemos desperdiciar la comida, por ejemplo, y muchos de nosotros tenemos un apego particular a lo que algunas veces se llama "alimentos de confort".

Comer es una cosa social en el ser humano y puede dar a uno un sentido de amor y pertenencia. Se ha sugerido que para algunas personas, la comida es un sustituto del amor que ansían. También, algunos alimentos (por ejemplo, el chocolate y el helado) parecen reducir la ansiedad y el estrés en muchos de nosotros.

Una de las más poderosas experiencias de aprendizaje tanto de humanos como animales se ha llamado aversión gustativa: si nos sentimos enfermos pronto después de haber comido algo, podemos desarrollar un disgusto instantáneo por esa comida para el resto de nuestras vidas. Los niños a menudo dicen que son "alérgicos" a una comida u otra cuando esto pasa.

La bulimia y la anorexia

Como ocurre con muchas de las cosas tan importantes como es alimentarse, los seres humanos han desarrollado varios trastornos de la alimentación.

La bulimia

Uno es llamado bulimia nerviosa, y consiste en un patrón de "atracones" y "purgas",

es decir, periodos de incluso sobreingesta extrema seguidos de épocas de vómitos o

uso de laxantes.

Los bulímicos están a menudo obsesionados con mantener o reducir su peso. Tienden

a sufrir depresión, ansiedad, baja autoestima, y escaso control de impulsos. Suelen

venir de familias con problemas emocionales, tales como la depresión, al igual que

familias con problemas de obesidad.

 

La anorexia

La anorexia nerviosa es otro trastorno de la alimentación que va desde una dieta

insana hasta la inanición. La norma general es que se considera a una persona

seriamente baja de peso si está un 15 % por debajo de su peso ideal. Las personas

con anorexia a menudo vomitan o usan laxantes, al igual que los bulímicos.

Tienen un miedo intenso a estar gordas y están obsesionadas con estar delgadas.

A menudo tienen una imagen corporal distorsionada, lo cual significa que cuando

se miran al espejo, tienden a ver a alguien con sobrepeso, cuando otros las ven

como esqueletos andantes. Las personas anoréxicas a veces vienen de familias muy

competitivas y demandantes, y con frecuencia son perfeccionistas con una gran

necesidad de controlar todos los aspectos de sus vidas.

 

La bulimia, la anorexia y la sociedad

Fisiológicamente, la anorexia ha sido relacionada con niveles anormales del neurotransmisor serotonina, el cual está implicado en la regulación de la ingesta. La investigación con gemelos sugiere que puede haber un aspecto genético en la anorexia también.

La mayoría de las personas anoréxicas y bulímicas son mujeres jóvenes, incluyendo entre un 1 y 4% de chicas de instituto y universidad. Parece que hay aspectos fisiológicos de la adolescencia femenina contribuyendo al problema, pero podemos darnos cuenta de que el 10 % de los adolescentes con anorexia son chicos. Aunque buena parte de estos trastornos son probablemente sociales: en nuestra sociedad, los estándares de belleza tienden a enfatizar la delgadez, y las mujeres en particular tienden a ser juzgadas en base a su belleza, algunas veces hasta la exclusión de todo lo demás. Ciertamente, si te fijas, en muchas revistas para mujeres jóvenes, o anuncios dirigidos a ellas, podrías pensar que la belleza lo es todo, y que la grasa es el beso de la muerte para la autoestima.

Es interesante notar que, mientras que la mujer media mide 1’62m y pesa unos 64kg, las medidas de una modelo media son de 1’75m y un peso de 50kg. Si Barbie, ese ideal de belleza femenina de la infancia, fuera a tamaño real, sus medidas serian de 36-18-33.

Es interesante que las culturas con estándares de belleza que tienen más respeto por la personalidad de la mujer o otros rasgos, y las culturas que aprecian a las mujeres más pesadas, tienen bastantes menos problemas con la bulimia o la anorexia.

 

La obesidad

A pesar de todo el sufrimiento del que es responsable la anorexia y bulimia,

hay otro desorden de la alimentación que causa más aun: la obesidad.

Por lo general se considera obeso a quien pesa un 35% por encima de su

peso ideal. Siguiendo esa regla, un 21% de los americanos son obesos.

Los europeos y otros con poblaciones más delgadas no deben regodearse

mucho de este hecho, de cualquier modo esta tendencia es realmente global.

Causas de la obesidad

Las principales causas de la obesidad son las siguientes:

  • Debido a enfermedades: fisiológicamente, la obesidad está fuertemente

  • asociada con enfermedades como la diabetes, alta presión sanguínea,

  • enfermedades cardíacas y algunos cánceres. De hecho, la obesidad está

  • asociada con el mismo porcentaje de muertes por cáncer (30%) que el hábito de fumar.

  • Debido a la depresión: psicológicamente, el peaje es también alto, y la obesidad está asociada con la depresión.

  • Debido a la genética: entre el 40 y 70 % de la variación en el peso corporal parece ser genético. Nuestros antecesores que nos transmitieron estos genes no se volvieron gordos, principalmente porque no tenían tanta comida disponible como nosotros, y porque tenían que trabajar duro y andar más para hacerlo.

  • Debido a los patrones de alimentación: el aprendizaje es también un factor importante, incluyendo los patrones de alimentación en la niñez y un estilo de vida sedentario. Nuestra cultura no ayuda en nada, en la que nuestra industria de comidas y snacks gasta millones de dólares cada año en animarnos (incluyendo a los niños) a comer comidas grasientas y azucaradas. A menudo las mismas compañías ganan millones de dólares vendiéndonos programas y productos para la pérdida de peso.

Sociológicamente, la gente obesa se enfrenta a una considerable discriminación, desde las burlas infantiles hasta la negación de empleo en los adultos. Y al contrario que otros tipos de discriminación, esta es realmente considerada culpa de la persona gorda.

 

Cómo dejar de ser obeso

La mayoría de la gente intenta enfrentarse a la obesidad con la dieta. De hecho,

 el 80% de las mujeres hacen dieta, así como el 25% de los hombres. El 50% de las

chicas menores de 18 años también la hacen. Desafortunadamente, a pesar de

que las dietas funcionan a corto plazo y por pequeñas cantidades, a menudo fallan

a largo plazo para la gente que está realmente obesa.

Hacer dieta se convierte en algo incluso más difícil por la forma en que funciona

el valor de referencia: cuando haces dieta, tu cuerpo piensa que estás hambriento

y reajusta el metabolismo para ser más eficiente, por lo que necesitas menos

comida para mantener tu cuerpo y hace incluso más difícil perder peso. A pesar

de que necesitas comer más de lo que quemas para engordar, una vez que estás

obeso no necesitas comer mucho en absoluto.

Dieta y ejercicio es, por supuesto, la única esperanza, pero la tasa de fracaso es tan

grande (95%) que los médicos a menudo se centran en tratar las enfermedades que

resultan de la obesidad, más que luchar con la obesidad en sí misma. Puede ser interesante el hecho de que el entrenamiento en musculación ayuda: los músculos usan más calorías incluso en estado de reposo que otros tejidos. Hay también alguna esperanza en la investigación médica futura, incluyendo la investigación sobre los efectos de la leptina y posibles intervenciones genéticas.

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Consecuencias de la bulimia

 La bulimia o bulimia nerviosa es un trastorno de la conducta alimentaria que está caracterizado porque las personas que lo padecen llevan a cabo conductas extremas que afectan su salud física y mental. Las personas que presentan esta enfermedad suelen darse atracones de comida de manera frecuente en donde llegan a ingerir grandes cantidades de comida en un lapso corto de tiempo. La bulimia nerviosa puede llegar a afectar gravemente a la salud física y psicológica de la persona que la padece, por lo que es muy importante tratarla lo antes posible.

Este tipo de trastorno afecta más a mujeres que a hombres y se presenta sobre todo en la adolescencia. En este artículo de Psicología-Online: consecuencias de la bulimia, vamos a conocer con detalle todo lo relacionado con este tipo de trastorno alimenticio y sobre todo nos enfocaremos en sus consecuencias.

 

Consecuencias de la bulimia a largo plazo

Si la bulimia nerviosa no es tratada a tiempo por un profesional, puede traer serias consecuencias para la persona que la padece. Estas son las principales consecuencias que trae consigo la bulimia.

  • Daños en el estómago causados por comer en exceso.

  • Caries dental debido a la gran cantidad de vómitos

  • Deshibratación que puede llevar a la persona a tener problemas renales graves

  • Dificultades para quedar embarazada

  • Amenorrea

  • Ataques cardíacos o insuficiencia cardíaca producida por el desequilibro de electrolítos en el cuerpo que puede llevar a la muerte.

  • Úlceras pépticas y pancreatitis

  • Daño en las paredes intestinales

  • Reducción en la densidad de los huesos (osteoporosis)

  • Debilidad muscular

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